De lirios estrella y amenas vistas era;
ibéricas lagunas de una cálida muerte nacida.
Cyrano el amante hace caer la pasión vasca;
con los ojos negros de penetrantes asfaltos; dos planetas en los ojos, sus pupilas.
Manos arrasadas de besos, de marchitas huellas de perla.
Tu salado aroma que se acumula en mis labios.
No le digas a nadie.
Robaré tu cuello donde morderé la vida de otras ángeles;
encontremos en secreto lo que todavía Dios no ha prohibido.
encontremos en secreto lo que todavía Dios no ha prohibido.
Baja tu voz todavía.
Viviste negros días en medio de ligeros metales;
cercaste algodones y las musicales ausencias.
Dime por qué es mejor callar; no sea que vuelva de nuevo
el óleo pálido y la arcilla.
Haz silencio.