domenica 13 maggio 2012

Mater


En silencio, el camino
Aleteo de la espera que señala
Ruiseñor de las horas, tú que a los nacidos llamas
Escultura del tiempo.
Dame palabra:

“La più cristiana delle opere”:
Niños a luz dar, entre llantos.
Amargo grito que a silencio hiere
Como estaca a tierra, alzado el edificio.

Luego, el dolor que se apaga en alegría
Por un comienzo, tu primario ejercicio
Llena, tus ojos llena, llena porque abarca
La visión del recién llegado.

“Hijo”, la primera palabra.
No deberías tú haber sufrido por traerme.
¿Y cómo haber nacido, cómo marcarte en mi venir
Sin el significado que te señó de flagelos semejantes?

Mater, absoluta entre los seres
Que a viento entregan sus horas
Preocupadas por vagos presentimientos
Y precipicios abundantes, del cruel camino de sus hijos

Tú que a la guerra das tus crías
Tú, que sujetas la mano, tan nueva en la pintura
Como greca estela que te besa los días
Ten en cuenta que pequeño somos, y fuimos
En tus brazos una volta

Sí, aquellos sueños de la infancia
Porque fuimos insensibles y crueles
En los primeros años
Y tú, señora, nos cuidaste:
Donna, hija de los antiguos.
Que miras crecer el tiempo, tejiendo espejos aluscinantes

Tú, que si mucho proteges, nos curvamos
Y desafiamos al destino con un puño.
Tú, que si nos dejas morimos
Debajo del asfalto el cielo, la muerte de los peces.
Tú, justa idea: déjanos y tómanos
Para ser justos.

¡No nos salves! Para no ser nosotros luego carnívoros del prójimo.
Ahora mismo, ¡interviene! Porque sin tu mano
Rapidamente iremos al abismo.

Que sea hecho el equilibrio.
Recuerdos de caídas, de una señora que me lavó.

Luego vienen las cosas de las que nada recuerdo.
Pues dicho me ha sido que viví en un abismo antes de la luz ver.
Cierto es, porque tu vientre entonces era un lugar así.
Y el de todas las madres.

Nunca escuché tu voz, y de haberlo hecho, nada recuerdo.

Nada recuerdo ancora, a pesar de mis preguntas
Si antes de entonces fui algo en alguna parte.
Si antes de ver la luz, existí en un lugar diferente.
Pero nada de eso sé, ni tú, que me trajiste en tu vientre
A este sol.

¿A quién pues, he de preguntarle?

Y me dirijo a tu Dios, y le domando.
Pero tampoco he de saber nada, porque me fue dedicado así
Por título de obra: nada saber, nada ver, nada oír.

Nada ser, más de lo que me ha sido dado aquí.
Perseguir lo que alguien me dio: el arte amar.
Para de hambre quizás morir, y ser feliz
(Aun siendo rico)
En la nada de mis obras.

¿Será que a alguien fue dado mis obras amar?
Pero ¿quien soy yo, que vine de ti?

Tú también me formaste físicamente.
Mi rostro en tu vientre cogió forma...
Y cuando a tus espejos miro
Miro la obra de tu carne, porque
Solamente parezco lo que en ti fui hace tiempo.

Pero ya no estoy allí, en la cuna de tu vientre.
Desde hace mucho ya, y desde entonces tanto ha sido.
Más son las cosas de las que no te he dado gracias;
Y más son las veces que hice lo indebido.

Aunque el tiempo me ha cambiado.
Porque esa primera cara que me diste, está debajo de mi cara.
Y todo en este rostro (que los meses han creado),
está influenciado por ella.

Y la gente ha odiado mis manos, y mis ojos.
Y la gente me ha amado, y mis versos y mis manos.

Todo en este mundo, todo aquí.

Mientras tú sufrías por mí, porque ayer fui niño, y ahora no.
Y aunque mi niñez murió, todavía vivo.

Lo sabes tú, que recuerdas de ello, más que yo.
No sé pues, cosa decirte.
Desde este lado del mundo, de este lado.
Los años han pasado, pero tú
Sigues siendo mi madre.

Gracias, pues, de los sacrificios hechos,
De los cuidados matinales,
Tantos fueros, cuando nada era posible
Hacer por mí mismo

Llevarme a la escuela: aquel cuaderno perdido.
Puede ser que lo recuerdes, aquella primera vez
Que me dejaste solo en el colegio.

Tal vez los años más difíciles, y los que vinieron después.
La falta de Jovi, de quien también soy físicamente heredero.
Aunque pocas veces hablamos, poco lo conocí.

Tantas cosas, el tiempo me hace venir
cuando fuimos felices antaño;
entonces, todo era hermoso y los muertos aún vivían.

Sus destinos, no sé. Porque también eso negado me ha sido.
No hay cosa más cierta: es que tú has estado allí
De una forma u otra
Cuando por mí mismo he vagado
Perdido dentro de mí.

Los días pueden irse: “no se debe llorar por el cáliz derramado”.
Todavía entonces, veo en nosotros
Que el tiempo nos ha hecho más amigos.

Por cuanto digo, cerveza en mano a tu salud:
¡Viva la luz! ¡Y vivan las buenas madres!

Son más días los que nos unen, que aquellos que nos separan.
¡A tu salud!