Deseaba volver, pasar
como pasa la cuchara a
la sopa,
humeando...
Arropa toda ella, la Noche, sin pedir permiso,
como la nodriza que no
pregunta
al niño si tiene frío.
Quise volver atrás
y que el teatro abriese sus
telas,
preguntándose si
estaba preparado.
Volver, pues, en el tiempo,
a cambiar
lo que hice mal;
pero para qué volver
si la experiencia me enseñó
que quizás el error
hubiese
sido mayor si la ofensa
jamás hubiese abierto
sus mangueras
para mojarlos a todos.
Oh, vida, no sé que
quieres
de mí, no sé qué cosa
quieres...
¿Para qué volver, si
el error que cometí
me enseñó a verte,
y tu pasión delante de mi
error, te hizo visible
como cuando se abre la
ventana
la noche en que
se quema
el bombillo?
Quisiera de todos modos
volver
a verte y pensar
que no valía tanto
sufrimiento
haberte perdido.