giovedì 12 luglio 2012

Al gran español

Viene bajando de los collados un hombre con sombrero de paja,
pasa con la alforja vacía a huír como el humo de la mecha;
hueco de hambre que se escuda y de fastidio exclama:

¡Qué calor hace, Clota!

A su amada como a una dea se encomienda;
loco, vaya usted a saber si a Quijote le resultó, o a Amadís,
la plegaria a la santa que tú, pintor, nuevamente esgrimes
con devoción a su merced.

“Más fue lo que hizo un loco por amor”, responde.

Viene y va el viento a soplar, escupe rocío,
Viene Sorolla que “puzza” de pintar en la playa.

Porque su quehacer abarca el ruiseñor y la estrella que posa en la espuma,
yo no sé si su color es mejor que el sexo en amor.

Seguro es que en el reino de los cielos goberna tu Dios
 y de los sauces ha mandado a caer llovizna de luz en aquella pomada
que de blanco a lo largo detalla y moja, y rehace.

 Con harina, miel y aceite de nuez, imprímala a la "gacha", señor;
a la mugre, a la red, al agua, haz con el color vivir: ya casi parece de verdad.

El laud no suena mejor que el rasgar de tu pincel.

Reunido junto a otros en tu tela encuentro más que a un pobre que
al negocio con la cesta hace las veces de un juglar,
a reposar y cantar la tragedia del pez que una volta su Dios
sirvió de comer al pobre morador.

Tal vez Quijote hizo quebrar su propia espalda y a gritos conjurar al genio enano;
Sancho “a putas” manda al destino y se burla del error
que en desdicha es aplastado por el hábil Joaquín.

¡Viva el pintor que se encarna, viva Velázquez, que es dios!

No esgrime Belleza tanta bondad
como en la paleta de aquel que delante del caballete,
en la Malvarrosa, pintaba a niñitos en flor.


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