¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
Suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla".
Mario Benedetti
Tú, que profundo te haces
y te sabes,
con tus cabellos alados y
violáceas y líquidas colinas
impetuosa, el amor
cometes con el Viento
y vosotros dos, con la
Luna,
desenfrenadas orgías;
Tus senos, que
contra el sol
sexualmente se muestran,
y tu semen el cual sobre
la playa corre
en torvos caballos
producen a carcajadas
variedades
infinitas de óvulos y
suertes.
Como una suntuosa ley,
monarca,
no sigues nuestro error,
ni el grado
que podamos, esforzados,
entender;
el humano, en su profundo
sopor,
hasta en las tardes de su
Ciencia,
poseído por sus artes, y
sus naves espaciales,
con todo, infantiles nos
tratas y como a cachorros.
Aquellos que por ti
viajan,
portando sus cascos de
guerra, y sus armas
desafían rajando tu piel
quebrada en los adentros
moldeadas, argentinas;
sabes
que el metal de la oscura
música
y lastimosos cantos de
aves,
enseñan a cantar,
enseñan...
Como un veneno, salvas,
si discreto te tratan y
con temor de peligro
te usan; rompes y engañas
como una puta...
Exiges respeto, y preñada
de la Tierra nos das los
peces.
Amante póstumo,
pulcrum,
hablas todas las lenguas,
eres vida y cementerio;
un vaso que contiene
el alma que pasa
y sobre la espesa corteza
como un dios adornas
pensamientos artísticos.
Para que no te gane la
vanagloria
de tu inmensa belleza
ni te gloríes de cobijar
tantas naves y muertos,
y tesoros perdidos, y
Tizianos, y locos
y justos mónacos...
No seas engreído, ni te
vistas,
de lujosas espumas
porque aunque yo no vea
el Muro
que tu cauce aleja de mí,
Orilla;
no es de obviar, que
por encima del dictámen
de vez en cuando
por encima del dictámen
de vez en cuando
pases y hundas ciudades,
y tu frenesí salvaje a
tantos
encierre bajo tierra, y bajo ti;
luego tú entonces no tienes
reposo en tu morada
y llorando te recoges,
dejando a tu paso numerosas
víctimas.
Numerosas, numerosas...
Dios te dio la orden;
y antes de llegar a mí, porque soy Orilla,
te jalas y vacilas;
reposo en tu morada
y llorando te recoges,
dejando a tu paso numerosas
víctimas.
Numerosas, numerosas...
Dios te dio la orden;
y antes de llegar a mí, porque soy Orilla,
te jalas y vacilas;
y a pesar de tu calma y tu violencia
tus olas retroceden,
ante un Muro que no puedo ver.
tus olas retroceden,
ante un Muro que no puedo ver.
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