martedì 30 aprile 2024

Oda a Cervantes (con un guiño a sus seguidores)

¿Has sido tú quien ha tenido desvelados frente a los naipes, a los señores Quevedo, de Vega y Garcilaso, como tú, también ellos de laurel provistas las sienes, bajo la sombra ilustre del Parnaso?

Brilla tu nombre, Saavedra, junto al fogón. ¿Has sido tú quien ha tejido el camino hacia la brillante Orión?
Semejante a aquel dios pagano, que al ser precipitado del vasto éter perdió la facultad de caminar erguido, y estando igualmente tullido, fabricó las armas del eácida decretando el final de Ilión;
de igual modo tú, enjuto, pálido y torcido, que aunque en Lepanto dejaste el amuleto de tu mano, no te fue privado el don de escribir con la otra, la memorable escena de los molinos y del famoso yelmo de Mambrino.
Más que dientes llevas en la boca rosas y escribes, más por dolor febril que por fatigoso llanto, del dolor que a los hijos de Adán la fortuna priva y mofa: el Diablo, sin cesar, los azota, martillea y despoja.
¿Has sido tú quien ha robado la lira, a aquel mozo capitán troyano, para dársela a tu jinete, viejo y poco manso, apellidado caballero de la triste figura, llamado también Quijano? Hallaron su par bien por ti moldeado en amatista, dando saña y paz, risa y llanto, aunque apaleado, molido y quebrado, eligiendo la manera del Quijote, antes que la de Amadís y Orlando, sazonándolos con una pizca del Carrasco, Sancho y el Cura, del crío del mozo y del anciano. Vimos, así, surgir entre las páginas (me urgen puras) tanto el alma de D’Artagnan como la de Cyrano.
¿No alzan el vaso y te recuerdan también los pajes y siervos, con pan dulce y regaliz, a la luz de una vela de cebo y delante de un guiso de perdiz? ¿No se reúnen a bailar meneando una copa, brindando a tu salud, Sancho, Mostón y Grimaud?

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