venerdì 2 novembre 2012

Reclamos


Hagamos pedazos el violín,
hagámoslo añicos...
Que sea, sí, justo antes del alba.

Antes de que la aurora
nos despierte a todos,
y nos enajene de nosotros
mismos.

Aurora, hija del sol
toma el don sacro de este
pesado limpiabotas
que no supo jamás
decir a voces
las notas de una canción.

Aplaudan los músicos,
los metales y las cuerdas
que en Mahler han obtenido
gloria inmortal...

¿Y qué haremos con
las curvas del violín
hecho pedazos?

Danzaremos en torno
como brujas celtas
y sobre tanta dulzura
un enorme fuego.

La luna y sus hijas
han venido a reclamar
y a declamar sus dolores
en re, en do, y en si;

Confundidas se sienten
todavía las estrellas,
pues el primer contacto
ha sido doloroso, y
han hecho estillas
los carbones del violín.

Cuán grave era,
cuán triste, estaba deprimido,
era todo lágrimas, gemidos;
No tenía por qué morir así:
como muere un panadero,
o un chofer de camión,
por una bala perdida
en los cerros de Caracas.

“Lo matamos, porque trasmitía
las quejas de Dios”.

¡Oh, villanos!
Lo habéis reducido a pedazos,
porque no era hijo de los
reyes del Ida, ni
en Valhalla esperaba resurrección;

“Lo matamos, porque pensaba
renacer en la Nueva Jerusalén”.

“Era demasiado dulce,
unto de pecados,
manchado de pecas
rojas, como pelirojas”.

Rojas, como
las pelo malo
de Londres.

¡Oh, violín!
Ten de mí esta flor,
espero que mi Dios
te resucite con los justos
un día.

mercoledì 31 ottobre 2012

Un sentimiento nada original


Deseaba volver, pasar
como pasa la cuchara a
la sopa,
humeando...

Arropa, toda ella, la Noche, sin pedir permiso,
como la nodriza que no pregunta
al niño si tiene frío.

Quise volver atrás
y que el teatro abriese sus telas,
preguntándose si
estaba preparado.

Volver, pues, en el tiempo,
a cambiar
lo que hice mal;
pero para qué volver
si la experiencia me enseñó
que quizás el error hubiese
sido mayor si la ofensa
jamás hubiese abierto
sus mangueras
para mojarlos a todos.


Oh, vida, no sé que quieres
de mí, no sé qué cosa quieres...

¿Para qué volver, si
el error que cometí
me enseñó a verte,
y tu pasión delante de mi
error, te hizo visible
como cuando se abre la ventana
la noche en que 
se quema el bombillo?


Quisiera de todos modos volver
a verte y pensar
que no valía tanto sufrimiento
haberte perdido.




lunedì 29 ottobre 2012

El paraguas

 
 Dijo un loco al otro:

Cuánto extraño
los días donde la
esquizofrenia
imperaba
como reina de las Folías;

Fue bello
estar loco en los cincuentas:
corrías, gritabas;
siento nostalgia
por las camisas de fuerza.

Los locos hablaban
de mundos octultos,
y era artístico ser
un chiflado.

Hoy los psicólogos
amasan la depresión
como la pirámide de las
dolencias mentales.

Y la consideran
respetuosamente.

Antes al menos reíamos,
y se interesaban por nuestros
personajes imaginarios,
y nos daban colores
para pintar capolaboros.

Y su amigo loco le responde:

No sigas, no sigas,
no me hables de
semejantes conceptos.
 
Platón me está dictando
una carta al dios
de sus padres,
y no puedo escucharos
a ambos,
si me habláis al mismo tiempo.

 

domenica 28 ottobre 2012

Samaria



“No beséis los pies, no
toquéis el jumento;
aléjate extraña, aléjate
perra, hija de traidores
que fueron contra Moisés y
contra el Dios”.

Y ella se fue llorando.

“Vete de mi tierra,
y no cojas las frutas del camino
ni las que la ley
promete al extranjero”.

No soportó más 
y corrió para no
 seguir oyendo.

“No comas de noche,
ni que el sol te sorprenda
cerca de nosotros”.

Enloquecida, se marchó
urlando.

“No bebas,
no toques,
y a mi familia
no te acerques,
hija de animales”.

Entonces superó el dolor,
y se hizo insensible
porque no creía más en el hombre.

Pero las estrellas se
alzaron sobre
las palmas, sin mirar
entró ella
caminando
sobre los muertos;

Y lo vio de lejos;
arrodillada ante el hijo de David
le pregó en nombre de su Dios:

“Aún los perros
comen de las migajas que caen
de la mesa de sus amos”

Y el galileo le dijo:

“Mujer, ve en paz,
grande es tu fe”.

Rojo


Cuando me lleves
donde la luz no pueda encontrarme,
bajo tierra mi cráneo coloques,
y me impidas pintar santos
y pecadores,

cuando la luz se apague en mis ojos
y vuelva a Dios el suspiro
que ahora me invita a enviarte
unos cordiales saludos.


Tú me verás en el Juicio
y me llenará de terror tu espectro
y temeré por los pecados ocultos,
que quizás me aumenten un siglo o dos
en el abismo.

La justicia es toda una idea
que reclamamos, pero nadie practica:
un día o dos viviendo bajo un puente
gracias a las obras de un prete
que se llamaba amigo
y se jacta de ser justo
cuando a mentiras se protege;

“También le llegará la muerte”.

¿Qué me dices de los amigos,
los que a puñaladas me han
devuelto a la tierra?

¡Oh, caro Bruto!
Tú también eres una idea
la forma eterna de los injustos,
de aquellos que han traicionado
a sus propios amigos.

“Ellos también morirán”, responde
el espíritu.

¡Nadie te ha preguntado!

El ángel vuela y con su espada
a girar se enoloquece
sobre las jambas de las puertas
del primoroso Edén
descansa y se le escapa
un romano “vaffanculo”.
O bien, el “confutatis
maledictis”
que romantiza el jactar
y el azar
de los ángeles de Dios.

Pero no es así, en angélico se ríen;
ni en latín, ni en vulgar latín,
sino en madrileño salao
con los ojos mandarán el mensaje
cuando se abran los libros,
Minos inicie a medir pecados
y se lleven los primeros al
lago de azufre;
al burlarse dirán primeramente
con la mirada: “jódanse, tíos”.

venerdì 26 ottobre 2012

Querella

De las fresas han hecho armas,
de las rosas arpones de pesca;
en tu celosía te has erguido y como la mujer sabia
que sobre las rocas de Ilión fue herida
y entre las poetesas cantaba:

"¡Una religión de estrellas
en las grutas oscuras y sepultas!".

El rosal ha criado lanzas
abundantes y erectas
como el campo de espinas,
cuyos cuerpos
se deshacen como rojos
pomodoros;

Griegas son las estepas
cuajando los entierros sonoros,
quienes con la ventura de los
santos silentes

entierran las guitarras criollas,
y hacen deshacer el nervio
de sus cuerdas;

Se cargan de fresas los alfiles
en la casa de las tórtolas vegetales,
Mallorca está rodeada
como la iglesia en viernes santo;
hacen llorar a las piedras
y hablar arameo
los adoquines de la calle.

A tomatazos hieren
al modo de Buñol,
los cuernos de fresas
producen por doquier un morto;
no sé cuántos caminos he de recorrer
para que aquellas rosas que en tu jardín crecían
recuperen su olor a fresa
y no me hagan tanto daño.

martedì 23 ottobre 2012

Al mar de Benedetti

"¿Qué es en definitiva el mar?
¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
Suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla".

 Mario Benedetti





Tú, que profundo te haces y te sabes,
con tus cabellos alados y violáceas y líquidas colinas
impetuosa, el amor cometes con el Viento
y vosotros dos, con la Luna,
desenfrenadas orgías;

Tus senos, que contra el sol
sexualmente se muestran,
y tu semen el cual sobre la playa corre
en torvos caballos
producen a carcajadas variedades
infinitas de óvulos y suertes.

Como una suntuosa ley, monarca,
no sigues nuestro error, ni el grado
que podamos, esforzados, entender;
el humano, en su profundo sopor,
hasta en las tardes de su Ciencia,
poseído por sus artes, y sus naves espaciales,
con todo, infantiles nos tratas y como a cachorros.

Aquellos que por ti viajan,
portando sus cascos de guerra, y sus armas
desafían rajando tu piel quebrada en los adentros
moldeadas, argentinas; sabes
que el metal de la oscura música
y lastimosos cantos de aves,
enseñan a cantar, enseñan...

Como un veneno, salvas,
si discreto te tratan y con temor de peligro
te usan; rompes y engañas como una puta...
Exiges respeto, y preñada
de la Tierra nos das los peces.

Amante póstumo,
pulcrum,
hablas todas las lenguas,
eres vida y cementerio;
un vaso que contiene
el alma que pasa
y sobre la espesa corteza
como un dios adornas
pensamientos artísticos.


Para que no te gane la vanagloria
de tu inmensa belleza
ni te gloríes de cobijar tantas naves y muertos,
y tesoros perdidos, y Tizianos, y locos
y justos mónacos...

No seas engreído, ni te vistas,
de lujosas espumas
porque aunque yo no vea el Muro
que tu cauce aleja de mí, Orilla;
no es de obviar, que
por encima del dictámen
de vez en cuando 
pases y hundas ciudades,
y tu frenesí salvaje a tantos 
encierre bajo tierra, y bajo ti;
luego tú entonces no tienes
reposo en tu morada
y llorando te recoges,
dejando a tu paso numerosas
víctimas.

Numerosas, numerosas...

Dios te dio la orden;
y antes de llegar a mí, porque soy Orilla,
te jalas y vacilas;
y a pesar de tu calma y tu violencia
tus olas retroceden,
 ante un Muro que no puedo ver.