martedì 23 ottobre 2012

Al mar de Benedetti

"¿Qué es en definitiva el mar?
¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
Suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla".

 Mario Benedetti





Tú, que profundo te haces y te sabes,
con tus cabellos alados y violáceas y líquidas colinas
impetuosa, el amor cometes con el Viento
y vosotros dos, con la Luna,
desenfrenadas orgías;

Tus senos, que contra el sol
sexualmente se muestran,
y tu semen el cual sobre la playa corre
en torvos caballos
producen a carcajadas variedades
infinitas de óvulos y suertes.

Como una suntuosa ley, monarca,
no sigues nuestro error, ni el grado
que podamos, esforzados, entender;
el humano, en su profundo sopor,
hasta en las tardes de su Ciencia,
poseído por sus artes, y sus naves espaciales,
con todo, infantiles nos tratas y como a cachorros.

Aquellos que por ti viajan,
portando sus cascos de guerra, y sus armas
desafían rajando tu piel quebrada en los adentros
moldeadas, argentinas; sabes
que el metal de la oscura música
y lastimosos cantos de aves,
enseñan a cantar, enseñan...

Como un veneno, salvas,
si discreto te tratan y con temor de peligro
te usan; rompes y engañas como una puta...
Exiges respeto, y preñada
de la Tierra nos das los peces.

Amante póstumo,
pulcrum,
hablas todas las lenguas,
eres vida y cementerio;
un vaso que contiene
el alma que pasa
y sobre la espesa corteza
como un dios adornas
pensamientos artísticos.


Para que no te gane la vanagloria
de tu inmensa belleza
ni te gloríes de cobijar tantas naves y muertos,
y tesoros perdidos, y Tizianos, y locos
y justos mónacos...

No seas engreído, ni te vistas,
de lujosas espumas
porque aunque yo no vea el Muro
que tu cauce aleja de mí, Orilla;
no es de obviar, que
por encima del dictámen
de vez en cuando 
pases y hundas ciudades,
y tu frenesí salvaje a tantos 
encierre bajo tierra, y bajo ti;
luego tú entonces no tienes
reposo en tu morada
y llorando te recoges,
dejando a tu paso numerosas
víctimas.

Numerosas, numerosas...

Dios te dio la orden;
y antes de llegar a mí, porque soy Orilla,
te jalas y vacilas;
y a pesar de tu calma y tu violencia
tus olas retroceden,
 ante un Muro que no puedo ver.

 

martedì 25 settembre 2012

Oda al Queso

El chirrido de los cuchillos
contra tu forma espesa que se ultra-realiza,
ahuecando talla, automáticamente, sobre lunas y beatos;
Santa Teresa de Jesús te baila en sus pailas,
danzan en aceite joyas dulces y amarillas,
con carne y sin ella.

Repletos, llenos hasta las salsas
de pedacitos de semillas
rojas, delirantes;

Dionisíaco, monarca de los metafísicos.
Realizados en políticas añejas, en bancos de madera viejos:
admiraciones vienen de todas partes, que cuajan en latte
de cabras y vacunas,

¡Camembert del ocaso!

Hipercúbico, burro,
Sobre la sartén caes herido,
aguijoneado por la ley humana.
Te crees un Guillermo Tell,
y sin morir, mueres sin saber qué boca te come,
o si al mar o al Mi,
o al Do agudo,
pasarás en la otra vida.

giovedì 23 agosto 2012

A veces

 


Pedazos huecos de soledades sin nombre
van a relucir sus ruedas, relojes y guitarras.
Vuelan las estepas, los leones;
escriben los dedales de asfalto
sin pasión, en los negros y tendidos adoquines.
Hay que ver, las cuentas se han apagado.
Mi imagen es como una baraja sin premio.
El poeta tiene sus hojas, el cantante su guitarra,
el mar, sus ondas; no toques a las sirenas.

Si no la respetas, el óleo puedes usar
para entristecerle
ahora que estamos solos en el mundo.

Tengo la crema rojiza,
¿Venecia será tal vez como Roma?

Estoy más lejos que los susurros
de alguien que no ha nacido;
como el aviador precipitado
en el centro de las arenas.

mercoledì 22 agosto 2012

La Serie Daliniana

Lágrimas de vela

 

¿Dónde iré a sembrar
el cuscús producido en
los alambres?

¿Cómo, a comer sin más, sus rosas?

Son como aliños zarpantes,
sobre mares cabelludos, en la cerca
van a sudar caldos y excrementos políticos.

Terminan la siega, guerreando, sin sabor va el pobre
a relucir pétreas razas, corazones
de arcilla, polvos, azores,
con tijeras inmortales y titánica fermosura
enriquecen su colección de péntolas y botones.

No dejan ver sus aceras, espermas
de blancas velas;
como el Noto, ella sobre la barca
lloriquea sus guirnaldas,
sale a comer sin bosquejos ni prisas
el ámbar seco y prehistórico,
napoleónico y magistral,
sin prisas ni bosquejos.

 

Carcazas

 

Calores polvorientos, señales lucubrantes
que asan estrellas y el suelo moro
gateando les hace zarpar en busca de cantos y luciérnagas.

Polvos, ¡ay, señores!, si intentáis cazar los sonidos
ni con vuestras ligas ni resortes podréis en moldes
destartalados, roerles.

A cucharadas dicen renombrarse,
sin esperar las maderas rojas, una senda a pasos corre
y raja las cerámicas, confundidas esgrimen, sin titubeos,
asimétricas paciencias.

Pinceles remoja sobre ti, Dolotrenzada,
roza la rosa y espumea a carcajadas.

No tiene cejas, se curvea en súplicas boreales
antes de entonar en si bemol sus tenedores.

 

Valhalla

 

Junto a rines violáceos enciende la tea,
¡enciéndela, que tu dios garabatea estruendores!
Cuando el cielo talla, cureoseando contumaz
el violáceo consorte, corrompe castañas,
gira horrores y los fúlmines
ríen en su martillo de pléyades.

No oye razones, trenza cabellos y
sus bisontes grasos revolotean, revolotean...

Su paz, ¡oh, cuánto blanca estremece...!
de su buey caen pelotas metálicas, a valer si escupen
moretones.
Equivocados tanto como las fresas, pues,
justo antes fallecen
sin decir nada.

Los caballos corren esmaltados
sobre el ámbar de las flores,
cuando sin sueño caza y viene a luz a darse aires
de grandeza.

A limonazos eyacula truenos sonoros,
de la morada guerrera, osos que se asan
dando de comer a los estandartes
que no murieron una muerte de paja.


Rompe azares

 

Cartomante, especialista,
protagonista como espeluznantes santos; sus ojos camaleónicos
soportan a la bienamada hija, llamándola “Señores”,
con voz masculina y en plural, un sujeto
serpeante de alocución de calcaño, relojero
sin par, que vomita ruiseñores.

Disuélveles el prefijo
de sus óperas de cordones;
quienes las fresas hacen, empujadas a la fuerza,
como cerveza espumean, espumean...

No son de confiar.
Hacen la guerra en pantalones,
disparan como arrroz a sus árabes tapados,
que a estallar prefieren dar regalos,
chisporrotearse sobre ventanas, verjas,
engañados de venganza, antes que sufrir querellas y misiles.
No son de confiar, no son de fiar.
Acompaña hasta la puerta a los señores.



 

 

 

 

domenica 12 agosto 2012

La città nascosta

Vorrei vedere le tue strade
ed il canto che ascende nel cielo profondo.
Dei tuoi occhi, bagliori e segnali
dell'aldilà, mostrami luci ignote, senza tempo.

Vorrei della tua bocca un morso,
e meno parole, più luci di colori
che sotto il mare di giorno
monstrano un pomeriggio di ammatiste e pietre
bizantine.

Vengono i vicoli a farsi notare,
e le arcate fanno un lavoro pulcro;
ci son pure le frutte sotto le finestre,
e la tua schiena come un limpido brodo
marittimo.

All'interno delle colonne,
 trovai una porticella di fiore
che profumava la sfera umana come
papaveri latenti.

I capelli d' alberi,
gli occhi di fuoco, planetarii,
nascosti, e, a forza di martello
emergono come un perfetto
lavoro di forgia,
sfiorando uno sguardo marciale,
simili agli eserciti d' Iddio.




giovedì 26 luglio 2012

Lo que nadie ve

De lirios estrella y amenas vistas era;
ibéricas lagunas de una cálida muerte nacida.

Cyrano el amante hace caer la pasión vasca;
con los ojos negros de penetrantes asfaltos; dos planetas en los ojos, sus pupilas.

Manos arrasadas de besos, de marchitas huellas de perla.

Tu salado aroma que se acumula en mis labios.

No le digas a nadie.

Robaré tu cuello donde morderé la vida de otras ángeles;

encontremos en secreto lo que todavía Dios no ha prohibido.

Baja tu voz todavía.

Viviste negros días en medio de ligeros metales;
cercaste algodones y las musicales ausencias.

Dime por qué es mejor callar; no sea que vuelva de nuevo
el óleo pálido y la arcilla.

Haz silencio.